sábado, octubre 08, 2005

Escena indigna

Este post debería haber sido un resumen de mi cinéfila semana en valdivia, aunque eso sería mucho decir porque la cantidad de películas que pude ver no se acercó ni remotamente a lo que yo quería, porque el sentido del deber me tuvo más horas escribiendo en la sala de prensa que en una sala de cine, pero bueno así es la vida.

En realidad, esta vez lo que tengo que escribir es sobre una imagen que aún me da vueltas en la cabeza, una escena que me persigue hace dos semanas con amargura y siento que la única manera de quitármela por fin de la cabeza es posteando sobre ella.

Hora de almuerzo. El lugar: un restaurante chino del sector oriente se santiago. Los protagonistas: un padre modelo y sus tres hijos. Ellos estaban sentados, como si la escena hubiera sido sacada de la febril imaginación de Hitchcock, en la mesa del centro del restaurante, rodeados por bulliciosas mesas que discutían qué iban a pedir o comentaban sobre cualquier tema.

Lo insólito de la situación es que, por lo menos hasta que me paré, él no había dejado de leer el diario en ningún momento, salvo para ordenar, sin mostrar la menor intención de intentar conversar con sus hijos, saber como estaban o simplemente hablar de algún tema cualquiera. El diario parecía más interesante.

Al principio la Paula me había dicho que él tenía cara de separado y yo no lo crei, pero después de ver su actitud, cualquier asomo de duda se me disipó.

¿Cómo es posible que un padre salga a comer con sus tres hijos y sólo se dedique a leer el diario, sin prestarles atención?, muchos me podrán responder que eso pasa muy seguido, que es normal, que sólo lo hacen por cumplir (lo que resulta más que evidente) y quizás cuantas otras justificaciones, pero todas esas explicaciones están de más.

Esa no es una actitud cuerda, sobre todo porque son estas mis personas las que después satanizan al cine o la televisión alegando que no educa y sólo entrega basura a sus hijos. La situación era patética, no los miraba, se podrían haber atorado y habría sido el último en enterarse.

Este post puede parecer conservador, moralista, o lo que sea, pero una situación como esa es demasiado empelotante, un hijo es una gran bendición, un regalo maravilloso y si uno tiene problemas con la ex, la pareja o lo que sea, ellos no deben pagar los platos rotos.

Es lo mismo que pasaba con la nulidad. Nunca entendí como podía ser más fácil explicarle a un niño que sus papas nunca habían estado casados y por eso ya no estaban juntos, que decirles que sus papás los amaban pero ya no podían estar juntos.

lunes, octubre 03, 2005

Una película lluviosa

El traqueteo de los nuevos trenes ya no tiene la intensidad de las viejas máquinas a vapor o las que circulaban por Chile hace 20 años, aunque difícilmente a los pasajeros que repletan los vagones les importe mucho.

Todos ellos sólo tienen “películas” en su cabeza, algunos porque son los orgullosos directores de algunas, otros porque sueñan con poder concretar algún buen negocio con algún largometraje que aún no tenga distribuidor y la mayoría porque han recibido la sacrificada misión de pasar una semana entera entre las brumosas calles de Valdivia cubriendo el 12do. Festival de Cine de Valdivia.

En mí caso, cada centímetro que recorre el tren es una experiencia nueva porque nunca había estado en la muestra valdiviana, pero las caras que veo en el tren son las mismas que me encuentro cada semana en las funciones de prensa o las que debo entrevistar para otra de mis ingratas misiones.

Valdivia es una ciudad lluviosa, pero nos recibe con un sol engañador que a más de alguno lo hizo soñar con la suerte de tener un día soleado, aunque sus esperanzas sólo duraron 24 horas, porque Valdivia se encargó de recordar rápidamente porque sus postales con amenazantes nubes grises ya son uno de sus sellos distintivos.

La oferta de películas, documentales y cortometrajes es amplia, pero a pesar de la ilusión de poder ver lo que uno quiera, el deber sólo permite que las películas sean la opción para relajarse luego de una larga jornada.

En todo caso, este año hay varias películas para destacar. La primera es “En la cama”, la película de Matías Bize, que consiguió un magnifico resultado con un proyecto riesgoso porque no es muy motivante pensar en una película que sólo se centra en los diálogos de dos personas en un motel,

Alberto Fuguet y sus mundos literarios, aunque el lo niegue, también hacen su aporte en la pantalla grande de Valdivia con su debut como realizador con “Se arrienda”, una película que puede estar protagonizada por Luciano Cruz Coke, pero la que se roba la película es Francisca Lewin.

Uno que sacará ronchas será Sebastián Campos, quien sin duda se ganará el odio de muchas abuelitas cuando el “niñito este” estrene “la sagrada familia”, un largometraje que se mofa hasta cansarse de los moldes católicos.

Ezequiel Acuña, un argentino que pasa inadvertido, también pude dar una sorpresa con un avión estrellado, el debut internacional de Manuela Martelli.

Eso es lo que he podido ver hasta ahora, que el festival ha completado su primera mitad, y aún espero encontrar nuevas sorpresas.