miércoles, abril 12, 2006

Profesional las 24 horas

El domingo después de que Roddick terminó de ganarle a González apagué la tele frustrado y recordando a toda la familia de la dichosa jueza de línea que sacó al chileno del partido con un cobro que hasta un desdichado usuario de un notorio par de lentes potos de botella hubiera visto ancha.



Mi siguiente recuerdo fue para el simpático carácter de los jugadores estadounidenses y recordé todas las veces que Massú y González habían sacado la cara por el país de manera memorable: Los Juegos Olímpicos, Rancagua, etc.

El problema es que una vez que comencé a pensar las cosas con más tranquilidad, mi molestia se traspasó un poco a González, porque un jugador de su nivel no debería haber perdido la concentración y la cabeza de esa manera.

Es verdad que un cobro como el del tercer set emputece y enoja a cualquiera, sobre todo si no era el primero del partido, pero luego de los reclamos de rigor, las raquetas rotas, su rabia debería haberla descargado ganándole a Roddick y no entregándole el partido en bandeja.

En todo caso, con todo lo que le ha dado en la Copa Davis, cualquier cosa se le puede perdonar a la dupla de oro de Atenas.