viernes, agosto 19, 2005

Señor Corales

La idea que me propuse cuando empecé este blog fue escribir cuando tuviera ganas o, mejor dicho, cuando sintiera el impulso de hacerlo.

Esta vez, lo que me motivó a escribir fue una foto que estaba pegada en una pared en la que aparecía Lavín vestido como un seudo chaman nortino en una de sus giras al norte del país.

En realidad, no sé porque me extraño si él ya ha demostrado con creces, desde que se transformó en la eterna promesa presidencial de la UDI, que no le importa hacer el ridículo y es capaz de todo con tal de llamar la atención, sobre todo ahora que las encuestas le dieron definitivamente la espalda y busca desesperadamente una vía para salir lo más honrosamente parado de su nuevo fracaso electoral, en que la derecha es incapaz de alcanzar a Bachelet aún sumando las votaciones de sus dos candidatos.

El populismo de las propuestas de Lavín ha llegado a niveles insólitos, como la inaudita promesa de que intentaría organizar ¡¡el mundial de fútbol 2014!! si salía elegido, una idea absurda de la que es mejor reírse y tomársela con humor, porque en Chile apenas somos capaces de parar un campeonato de fútbol que cada día pierde más interés y en el que los clubes luchan a duras penas por sobrevivir y mejor ni hablar de la inversión que se debería hacer para tener estadios que pudieran albergar a partidos de esa envergadura.

En todo caso, en los próximos meses el circo de promesas no vendrá sólo de Lavín, sino que las escucharemos de todos lados, cada político con sueños parlamentarios tratará de ofrecer las ideas más “geniales” para ganar votos, aunque sus proyectos sean un mero saludo a al bandera porque finalmente nunca se realizará, la cosa es prometer y ser el más ingenioso.

El repertorio de promesas será el de siempre: seguridad, desempleo, salud, viviendas, etc., todo con tal de llamar la atención y conseguir un cómodo escaño para que al final, la mayoría de ellos, no haga nada.

Lo peor es que las calles de las ciudades volverán a parecer feo mamarracho, llenas de carteles, rayadas por todos lados, porque aún no han sido capaces de idear un sistema que respete el entorno urbano y no moleste, porque la inversión para instalar, por ejemplo, paneles gigantes en las esquinas debe ser mucha y es mejor gastarse los millones en más afiches.