martes, agosto 16, 2005

Paraíso perdido

Las Torres del Paine forman parte de mi historia, de varias navidades que pase ahí o de innumerables viajes cuando era chico y los precios que uno tenía que pagar por visitarlo estaban al alcance del bolsillo de un chileno promedio, no como ahora que la inversión que se necesita para ir sólo de camping requiere de un estricto y holgado plan de ahorros que permita pagar las 5 lucas del camping por persona, etc.

Sin desviarme del tema, este verano añadí un nuevo capítulo a mis visitas al Paine, porque luego de 4 años de pololeo y un par de meses de planear mi matrimonio, lleve a la Paula a conocerlas en febrero.

¿El incendio?, obviamente me tenía que tocar pero la mala suerte del chileno no me pasó la cuenta porque mi recorrido empezó por el sector que se quemó y alcanzamos a sacar varias que son el mudo testigo de la belleza de ese lugar.



El resumen textual de los daños que causó el incendio es el siguiente:

“El fuego destruyó 15.470 hectáreas de bosque nativo achaparrado (lenga y ñirre), estepa patagónica y praderas perennes.

El siniestro también afectó el hábitat de 22 especies de mamíferos, entre ellos, pumas, gato montés, zorro colorado, que en la próxima temporada de primavera deberán buscar otros lugares donde establecer sus sitios de reproducción. Además, se dañó el hábitat de 43 especies de aves, como el ñandú, el chincol y el halcón peregrino.

Este plan también contempla acciones preventivas paralelas para controlar hechos similares”.
El Mercurio, 16 de agosto

No quiero que sonar insensible, porque nada justifica la estupidez y la irresponsabilidad del checo, menos aún que haya conseguid la libertad de forma tan fácil (¿no será hora que tengamos leyes más decentes para proteger y castigar casos como ese?), pero el sector del parque que se quemó es sólo una “pequeña” parte de las más de 200 mil que tiene esta reserva y por lo tanto hay mucho que visitar dentro de ella.

El ejemplo más conocido es el glaciar Grey, que hay que aprovechar de conocer ahora, porque si sigue retrocediendo no sería raro que sólo un par de generaciones más puedan conocerlo y las que vengan después deberán conformarse con escuchar los relatos sobre su majestuosidad, como lo demuestran las 100 fotos que le saque cuando estuve ahí.




Hay otros caminos que ni yo mismo hice pero que están ahí, esperando ser descubiertos.